sábado, 13 de septiembre de 2008

El nacimiento de arcilla (III)

Enero... primer mes del año... una buena fecha para hacer balance... reflexionar... analizar...



Me sentía arcilla... en tanto en cuanto... nada me gustaba más... que sentirme en manos de otra persona... para que hiciera conmigo lo que deseara... anteponiendo sus gustos... a los míos.



¿Acaso la arcilla... decide que cantidad de agua... se le debe añadir... para adquirir la plasticidad necesaria... para poder darle forma?





¿Acaso la arcilla... le dice al alfarero... qué forma quiere tener?



La arcilla... simplemente... se deja modelar.



El alfarero... si es hábil... estudia el trocito de arcilla que tiene en sus manos... y decide lo que quiere sacar de ella.




Además... siempre había usado... el término... "manejable"... para referirme a mí... debido a mi tamaño... no muy alta... más bien delgada... físicamente... se me maneja muy bien, jijijijijijijijijijijiji




Por las noches... cuando los pensamientos pueden volverse más oscuros... y los miedos te asaltan... hacía su aparición las dudas.



Me sentía sumisa en muchos aspectos... y me consideraba una buena sumisa... pero era consciente... de tener una enorme "traba"... y es... que tenia un baja resistencia al dolor... que ni me gustaba... ni deseaba.



Contradictoria... pues sí... la contradicción forma parte de mí.



Me gustaban las pinzas... los azotes... la cera... me excitaba... pero a niveles de dolor muy bajos... aunque sobre todo... me excitaba todo lo que tuviera que ver con la dominación mental... pero no en un sentido de anulación de la persona... sino de sometimiento... de... "haces esto porque es mi deseo".



Y me excitaba... sentirme posesión de alguien... usada cuando... como... y donde ese alguien decidiera.



Y no me valía cualquiera.



No me era valido... encontrar resquicios por donde escabullirme... o por donde manejar a la otra persona.



No me era valido controlar situaciones... ni saber de antemano qué iba a pasar... ni decidir el cuando... como y porqué.



Si quisiera manejar... si quisiera dominar... cosa que era muy capaz de hacer... no sería sumisa.



Y no me era valido un Amo... que me conquistara... sino que me Dominara... que me sometiera a su voluntad...



De todos esos deseos... termina de nacer arcilla... y nace la frase... "quiero un Amo... capaz de darme la vuelta... como a un calcetín".


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